sábado, 1 de marzo de 2014

Llueve sobre mojado

Ya estamos: por más que a uno le puedan las ganas de despertar a la tierra de la modorra invernal, cuando al tiempo le da por mandar incordios en forma de borrascas sucesivas, no hay manera.
Tenemos el nuevo invernadero a medio terminar. Hemos montado la estructura y nos ha quedado molón, para qué negarlo. El asunto está en colocar el plástico, para empezar a utilizarlo, pero el viento y la lluvia no nos dejan.
Tendríamos que plantar ya unas lechuguillas pero no hay manera, esperemos que la cosa no sea como el año pasado, que no llegue mayo y nos pille sin hacer nada.
También habría que poner unas cebolletas, pero esperaremos a que el tiempo se asiente y la tierra se oree un poco de la cantidad de agua que le ha caido durante todo el invierno.
En cambio, los ajos apuntan maneras, con un porreto verde y fuerte, los guisantes ya nacieron y empiezan a crecer.
Sin embargo las cebollas que nos trajo José Nácar de Salamanca a principios del invierno, han sido diezmadas sin compasión por las heladas y las pocas que sobreviven asoman debiluchas.
En fin ya son ganas de arrancar el Piva, esta vez en propiedad, y empezar la labor.


lunes, 24 de febrero de 2014

A quien madruga...

A quien madruga dios le ayuda, dicen.
El año pasado, al empezar tarde, nos gastamos una pastizara en plantas y este año que la crisis aprieta más, hemos decidido que la rentabilidad comienza en minimizar gastos.
Después madrugaremos a plantar, merced a un nuevo y magnífico invernadero que estamos montando y del que pronto daré cuentas por este blog.

domingo, 2 de febrero de 2014

Cuarteles de invierno

La tierra parece dormir, las heladas tienen asustadas hasta a las hierbas que tanto fastidiaron cuando la temperatura era otra.

La campaña anterior, la primera, no nos trajo unos éxitos clamorosos, empezamos tarde y mal a cultivar una tierra que hasta entonces sólo era un solar en el que crecían hasta zarzas y nos pusimos a acondicionar todo con más voluntad que acierto.

La primavera tampoco acompañó, hizo frío, incluso nevó, bien entrado mayo y unas plantas no las plantamos y otras se acobardaron con la poca colaboración del sol.
A pesar de todo, algún tomate comimos, pocos, judías, calabacines del tarde mejor que nunca y más de cien quilos de calabaza.
Ahora bien: que tiemblen los encargados de la política agraria común europea. Este año nos estamos armando hasta los dientes de la escasa experiencia adquirida el año pasado y estamos dispuestos a recurrir a todas las tretas posibles, poniendo a trabajar a tope a nuestro departamento de I+D.
Según nos recomendó nuestro amigo Tino, pasamos el motocultor en época de adviento, la que mas aprovecha la arada, para que después las heladas hagan la faena de cocer la tierra y hacerla esponjosa y fina. También dejamos lo de abonar para más adelante, porque Tino nos dijo que, de echarlo antes, la lluvia y la humedad del invierno "esvirtuaría" el abono.
De momento, hemos empezado por procurarnos nuestras propias plantas para ahorrar el máximo en esta época de recortes salvajes.
Pero no recortaremos un céntimo en investigación, ni en educación de nuestros socios colaboradores.
Esta campaña va a ser la que nos llene la despensa de vitaminas ricas y nos desbordará el arcón congelador.
Para esos excedentes tenemos previsto poner en marcha una prometedora industria de transformación agroalimentaria.


lunes, 29 de julio de 2013

¡Un tomate! ¡Un tomate! ¡un tomateeee!

Fin de semana y reunión de la tribu en la huerta. 
¡Un tomate! ¡ha madurado un tomate! Parecía que nunca ocurriría, pero uno de los tomates de las matas del invernadero ha ido poniéndose rojo, casi sin avisar.
Como se nota que somos novatos y que además necesitamos algún éxito después de poner más voluntad que acierto. El tomate era pequeño, pero rojo y duro, como los buenos. Yo lo llevé a casa como oro en paño y se lo enseñé a todo quisque. Digo que era pequeño porque ya no tiene tamaño ni forma. 
Después de la barbacoa del sábado, reparé el domingo por la mañana en que el tomate se nos había olvidado el consumirlo y además no aparecía.
La Abuela Mari, que no figuraba en la tribu, pero aprovecho este acto para darla de alta, lo buscó casi con ansiedad, pero la baya no aparecía.
Tras unas hábiles pesquisas, Alicia confesó que la tarde del sábado, el tomate pereció despachurrado en unas rebanadas de pan, que se tapiñaron con jamón, las amantes de la dieta, a la chita callando.
La mi huerta nos dio más alegrías: las berenjenas empiezan a dar frutos (vimos tres), hemos recogido un puñado de judías verdes, los pimientos están llenos de botones y los calabacines amenazan con mandarnos a Sahagún a poner un puesto en el mercadillo.
La tribu se lanzó como una bandada de grajillas sobre las matas de guisantes a escogollar vainas.
El que la preparó parda fue Tomás, el encargado de mantenimiento, y a la sazón terrateniente. Vio entre las matas de pimientos un fruto y yo le dije que lo dejara que era un pimiento italiano y aun era pequeño, Él hizo caso omiso y anunció que se llevaba el pimiento a casa para alimentar a su cobaya. No pudo resistir las ganas de dar un mordisco a la pieza, que resultó ser una brava guindilla, y aunque trató de disimular, los colores de la cara y las lágrimas le delataron. Menos mal que lo solucionó con un trago a morro de la botella de orujo de café "El afilador".
Dios castiga sin dar voces. 

martes, 23 de julio de 2013

Resistir

En plenas fiestas del pueblo, me presentaron en persona a uno de mis amigos de las redes sociales. Charlábamos mientras mirábamos las evoluciones de los artistas del templete. ¿Qué fue de "La tu huerta"? te seguía y has dejado de publicar.
No estoy yo muy publicador últimamente, pero además el huerto no anima demasiado, tuvo unos malos principios. Se aró tarde, fastidiaron los fríos de la primavera, se conjuraron los granizos en aquelarre y además ciertas novatadas, han hecho que La mi Huerta no sea un vergel precisamente.
Pero nada, inasequible al desaliento, mientras los demás dormían la resaca del domingo del Carmen, me tiré de la cama y fui a ver los cultivos.
Por el camino me encontré con trasnochadores de las diez de la mañana, restos de la fiesta botellón, basura de plástico y cristales y a un par de muchachas entregadas a las caricias torponas de un par de galanes.
En la huerta había rocío y el aspecto no era muy alentador, pero han crecido los tomates y los pimientos, fanfarronean los calabacines, se estiran las giganteas y un surco de lombardas promete portarse bien.
Lo malo es que la reguera que nos regaba, ahora nos inunda. Como han cerrado las cancillas para que suba el nivel y poder regar, el agua se filtra por el talud que la sujeta y guía y nos inunda a diario las cebollas, que se ahogan, los puerros que no medran, las fresas que ya trasplanté y el invernadero que se embarra
A las patatas se las están comiendo los escarabajos, me voy a dejar de ecologismos y les voy a recetar una mochila de insecticida, que se ponen ciegos sin pagar.
En fin, medio bien, medio mal va la huerta, pero le echaremos afición y resistiremos, que no somos fáciles de vencer.    

sábado, 29 de junio de 2013

Trabajo y poco a poco


Duro trabajo de escarda por parte de Alicia y Yoyi.
A ver si sacamos adelante las cebollas, muy perjudicadas por los fríos de esta impostura de  primavera y por la sombra que sufren hasta el medio día.
Otra temporada habrá que destinar ese espacio a coles y coliflores, mas amigas de temperaturas frescas.
Mientras las dos "jefas" dan el callo, observe el lector el descanso de Héctor, malherido por las ampollas en las manos. Y el hoyo del cerezo sin terminar.






 Una huerta puede llegar a ser el más hermoso de los jardines. Necesita del trabajo amoroso, las caricias del sol y una acequia que beberse, después la naturaleza hace el resto, los pájaros ponen la banda sonora, sus frutos alegran la mesa y los mosquitos "pican que alampan"
Eso si: TIENE QUE GUSTARTE.




Esto no es una empalizada defensiva. Tampoco son las talanqueras para el encierro.
Es como quedan las tomateras al haber usado rastreles defectuosos de "En Ca Benino". La cosa es reciclar y aprovechar lo que se encuentre.
El resultado es contundente, pero las tomateras tienen unos tutores excelentes que resistirían un huracán.


Por cierto, los tomates se han puesto fuertotes, lo que hace el calorcito,
Los del invernadero están guapetones y ya muestran los primeros frutos, pequeñines, eso si.


Y yo más contento que un perro con dos rabos, no sé si comeremos mucho de la huerta, pero estoy disfrutando y aprendiendo, como nunca.

martes, 25 de junio de 2013

La primera lechuga (Soneto)

No es hambre, ni apetito, ni la gula
ni falta que saciar de vitaminas
no estamos de ayunar, ni de aspirinas,
ni andorga por llenar de alguna duda.
Es ansia por catar el primer fruto
sin pena por segar la verde vida
no esperar ni a San Juan, ni a San Canuto,
no arriesgar que la bella sea crecida.
Ya es tiempo de curar en buena mesa
las ganas de empezar con la manduca
que tanto trabajar por nada arruga
y muere la afición, la azada pesa
empecemos, al fin, la fiesta esa
¡zampémonos la primera lechuga!